Mañana puede que termine el mundo, algo escuché hace ya unos meses atrás pero como soy un despistao reacciono con retraso. Alguien me preguntó entonces que haría si tuviese la certeza de que el mañana fuera un punto y final. Lo tuve bastante claro, escribir una carta, el destino eras tú.
A mi querida desconocida,
Comenzaría preguntando donde te encuentro, pero es que tampoco estoy muy seguro de donde me hallo y como vamos mal de tiempo casi mejor que lo dejamos para otro rato.
Esto te va a resultar un tanto extraño: te siento cerca a sabiendas de que te tengo lejos, lo sé, te lo suelto así de primeras y claro, ya te tengo desconfiando, pues que sepas que te lo digo en serio, te siento muy dentro, como si tuvieses raíces en mi pensamiento. No estoy seguro de si me llamas o si te busco pero es una putada el no dejar de sentirte. No te lo voy a negar, he intentado arrancarte, de todos los modos posibles, hasta urgando en mi carne, como si de una astilla se tratase, así que sé que no tengo opción ninguna, te sueño sin soñarte.
Podría hablarte del color de mi sonrisa o del sabor de una mirada, decirte que soy aquel que siempre ha estado y nunca has visto, convencerte de que vivo en un sueño y que es condición soñarme para vivirme. Pero no lo voy a hacer porque sé que hay palabras que solo adquieren verdadero significado cuando se viven. Es más, puedo asegurarte que todavía te reservo algunas, la más importante, la más peligrosa. Compañera.
Ya ves que le doy vueltas a las cosas, no tengo remedio, es una necesidad, nace de esta desmedida curiosidad. No es que lo piense mucho, es más como un instinto que me lanza de cabeza a lo profundo, ¿cómo estar seguro del color del negro si no te ha devorado?
No conozco otro modo de tocarte, voy a tientas, pero no te creas, también acumulo pistas: ya sé que me cautivas por tu lengua afilada, que es de esas espontáneas, inquietas, que te hablan con sinceridad, de las que siempre comparten y te iluminan la sonrisa. De las que nunca callan y te hablan sin hablar. También sé que tratas con justicia las palabras que pronuncias, sobre todo las que te quitan el aliento. ¡Ah y seguro que eres un completo desastre! No te preocupes que yo soy igual, así la improvisación está asegurada. Y el ser torpona te vuelve imprevisible, con eso la sorpresa queda eternidada. Esponjita que todo lo toca, que todo lo absorbe.
Tengo que decírtelo, a veces me siento como si estuviese fragmentado, como si algunas partes de mí hubiesen crecido, sin esperar al resto, por separado. Creo que en algún momento de mi vida di tantas vueltas que me perdí esa etapa en la que se adquiere la visión de uno mismo a través del sesgo social, tal vez por eso conservo parte de esa ingenuidad honesta, infantil, que de alguna manera me mantiene inconforme con el engaño intencional. Tantos frentes y tantos mundos, supongo que a tí te habrá tocado vivir lo tuyo y que andarás en labor similar, reuniendo los pedazos, encontrando los sin sentidos. Quizá sea eso lo que me lleve a pensar que una rosa sin espinas no tiene aroma. Y es que hay olores que penetran la coraza que envuelve mi mundo. Sé que cada espina oculta una herida abierta, profunda, sensible, de esas que te llenan de colores el alma. Y claro, hago reacción, y no puedo evitar pincharme, y es entender ese dolor, lo que me hace apreciar tu carácter, y al final sangras, y la sangre que fluye, de ambos lados, y comienza a mezclarse.
No quiero que creas que te tengo idealizada, no espero que seas la más bella ni la más lista, ni tan siquiera la más torpe, lo único que yo espero es que seas tú y no quieras conformarte con menos, yo te quiero entera, con la miga y la corteza. Y es que soy así con todo, mis elecciones son vitalicias, si acepto a alguien, es para siempre, porque aceptar radica en querer conocer a la otra persona, y respetar que es así, sin pretender cambiarla ni dominarla.
Mi mayor virtud es mi mayor defecto, conmigo no hay mitades, soy un todo, el completo o la nada. Normalmente me toman por romántico, ¡qué le voy a hacer!, me han llamado de todo, pero no, esto te va a sonar raro, soy un realista pasional. Tengo los pies bien plantados en la tierra, cada palabra que pronuncio es un hecho, cada paso que doy es en firme. Llamo a las cosas por su nombre, no me gustan los malentendidos, duele sí, pero es que no puedo ser de otro modo. La mentira lo único que logra es hacer perder el tiempo tanto al engañado como al que se engaña y yo estimo en mucho mis segundos, y por consiguiente también los de los demás. Quiero saber que lo que vivo es real. Tengo el corazón demasiado grande y late demasiado deprisa, esto es algo a lo que uno nunca se acostumbra. Necesito ponerle pasión a todo lo que hago, sino me duermo. No soy posesivo. Necesito que respeten mi espacio, es algo que yo hago. No tengo muebles. No pido imposibles, solo lo que estoy dispuesto a dar. Soy un loco cuerdo que prefiere la esencia a la forma. No me agradan para nada las formalidades, en el mejor de los casos me confunden, en el resto me precipitan al desinterés, lo siento, la estética social no es lo mío, la hipocresía está muy sobrevalorada.
He sacado en claro que la fuerza no llega de la nada, que somos débiles y que hay que transformar el miedo en hechos tocables. Prefiero caminar por realidades doloras que adentrarme en grises consentidos. Del amor poco puedo contarte, yo necesito tocar las palabras para enamorarme. Cuando el beso se hace verso me convierto en una fuerza de la naturaleza, sobrepaso cualquier límite invisible. El silencio es un fuego que te consume o te despierta. De mi vida saco que ser curioso es peligroso, que rodearse de muchos te desgasta poco a poco y te asimila en el sistema, que nosotros no elegimos, hemos sido elegidos, adoctrinados, conducidos. Que portamos mucho lastre adherido, que nos pesa y nos hace cómplices, partícipes parciales de esta farsa. Que tenemos miedo de no saber nombrar lo que no existe, lo que está por llegar. Que resulta sencillo confundirse en un sucedáneo cuando no se ha tocado con el corazón. Que uno se acaba conformando con lo que pasa y deja de pensar en lo que no pasa. Que acabamos creyendo más en lo que nos dicen que en lo que sentimos.
Me encanta reír, siempre que tengo ocasión doy rienda suelta a la sonrisa, ya sea la mía o la de otro, no puede faltarme, me marchito, aunque a veces es necesario marchitarse para despertar. Pese a que logro dar la vuelta a cualquier situación me he dado cuenta de que no es suficiente. Quiero que mi risa me sirva para vivir y no para huir de esta realidad que me aprisiona.
Si todavía sigues leyendo tengo que advertirte, soy difícil de tratar y es muy fácil malinterpretarme. Por regla general no necesito hablar para captar el estado de una persona, me viene de fábrica, conecto al instante, con algunos lo logro evitar pero con otros me resulta imposible. La empatía está muy pero que muy sobrevalorada, para mí es una maldición que te adentra en el otro sin permiso, y en este mundo de tristeza ya te puedes imaginar que pocas alegrías se comparten.
Como no necesito hablar, y casi siempre ando en mi mundo, muchos se lo toman como falta de interés y algunos hasta piensan que soy un poco autista. En general les resulta extraño mi trato inicial, sobre todo a las mujeres que no están acostumbradas a esa «falta de atención». ¡No veas como se ponen! Esto es algo que no puedo evitar, si no me chinchan, acabo de vuelta en mi mundo y el tiempo pasa y pasa sin darme cuenta. La que lo entiende no queda indiferente y sabe donde encontrarme.
Algunas veces me acuesto con ganas de todo y me levanto sin ganas de nada.
¿Y que más te cuento? Que yo soy de los que prefiere escuchar y mira todo lo que te he soltado. Supongo que ya te habrás hecho una idea.
Voy con algo más reciente, menudo año en general y menudo mes en concreto.
Últimamente he andado rozando el límite, llevo ya tres bombillas en lo que va de mes, que me gusta verlas explotar, pero que luego tengo que barrerlas, eso sí, las de bajo consumo parece que solo se quedan negras.
Hace bastante que no me encontraba en este estado, la última vez se fue la luz de un hospital, y ya no te hablo de los supermercados, suena muy peliculero, ¿verdad? Yo no suelo hacer mucho caso a esos asuntos pero son tan misteriosos … Ahora bien, cuando tengo una decisión importante, siempre existen chispazos que me inclinan la balanza, ¿que no te lo crees? Pues te lo comento, por ejemplo: hace ya años estuve buscando piso, ya llevaba lo menos treinta visitados cuando me dí un calambrazo con la puerta, ya te digo que no le doy más importancia de la que merece, pero resultó que es el piso en el que vivo, y para más inri el número de la calle y la altura dan la fecha de mi cumpleaños, manda cojones, ni me dí cuenta hasta que llegó la primera factura … Niní-niní-ni-ní… tirirí-rirírí … Me ocurre con un montón de cosas, es mi ayudita extrasensorial, por ejemplo, cuando conozco a alguien, alguien que va a ser importante, pos toma, calambrazo al instante, ¡pero literal eh!, aunque sin chispas … Desde luego no es lo habitual, tal vez me tragué de pequeño una pila, recuerdo haberme quedao enganchao en un enchufe, durante unos segundos, en clase de tecnología, vete tú a saber, la verdad es que hay unos cuantos sucesos del mismo palo, yo me lo tomo como humor absurdo, eso sí, inconscientemente he desarrollado tendencia a llevar guantes. Lo último que he frito ha sido un fogón de la vitro pero no veas que espectáculo, tenía un brillo lava emergiendo del sol. Por cierto, ya estoy mejor, tampoco era cuestión de preocuparte. Desde ahora las bombillas las compro donde los chinos …
Hoy la luna está llena, saldré a contemplarte entre las estrellas, sería muy interesante andarte en esta nuestra primera y última noche pero ya sabes, esas cosas son para tratarlas de cerca y tampoco es cuestión asustarte. Aunque me da que si eso ocurriese la pasaríamos sin poder dejar de hablar hasta que el fin del mundo nos llegase.
Y ya vale tanto cascar de mí, que parece que me estoy vendiendo y hasta me suena un pelín infantil.
Al final lo del apocalípsis me lo he pasado un poco por el forro … supongo que se debe a que mantengo la esperanza de encontrarte. En el mejor de los casos siempre te sentiré ya sea de cerca o de lejos y en el peor ya nos habremos pasado de largo, ya lo sabes, soy muy torpe y me despisto en seguida, si me has visto, no te cortes, no te olvides de chíncharme. Siempre hay tiempo, tal vez no para lo que creémos, pero sí para lo que está por llegar.
Si no eres tú, corre la voz, si alguien la conoce que le diga de mi parte, que la estoy buscando, que deje ya de perderse a solas, que mejor será perdernos juntos.