«Lo que las princesas Disney enseñan a tus hijos»
No olvidarse de «El lado más real de las princesas de cuentos de hadas» 😀
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La Rafflesia arnoldii es una euforbiacea parásita del género Rafflesia, que se encuentra en los bosques húmedos de Indonesia (sobre todo en Sumatra y Borneo) y en las selvas del sudeste asiático, que desarrolla la segunda flor más grande del mundo (Amorphophallus titanum posee la flor más grande). Fue descubierta en Sumatra en 1818 por Thomas Stamford Raffles y Joseph Arnold.
Las inflorescencias pueden alcanzar hasta casi un metro de diámetro y pueden llegar a pesar hasta 11 kilogramos, llegando a ser así considerada en ocasiones la flor más grande del mundo. Se trata de flores carnosas de color rojizo o anaranjado y de cinco lóbulos que permanecen abiertas entre cinco y siete días. Como ocurre con otras plantas con floraciones de gran tamaño, éstas sólo se dan cada varios años.
Las flores, que desprenden un fuerte olor fétido (similar al de la carne podrida), son capaces de emitir calor. Se cree que ambos mecanismos les sirven para mimetizar el calor y el olor de un animal muerto y atraer la atención de las moscas carroñeras, que son los insectos que la polinizan.
La planta carece de hojas, brotes y raíces (sólo es visible su flor) y por tanto no realiza la fotosíntesis. Es una planta que parasita a los árboles, creciendo sobre sus raíces, de donde obtiene los nutrientes necesarios.
Sus órganos vegetativos se reducen a una red de fibras celulares que se encuentran mayoritariamente entre los tejidos de la planta hospedadora o formando un órgano retorcido y subterráneo llamado rhizomatoide.
Para que se hagan una idea de su tamaño 😀
Fotografías sacadas de slices-of-life.com
La burbuja inmobiliaria no es un problema exclusivo de España. Los «mini-pisos» o los «espacios habitacionales» que se hicieron tristemente famosos por sus desmedidos precios han aflorado por todo el mundo convirtiendo la vivienda –máxime con la crisis-, en un derecho casi inalcanzable.
O así ha debido pensar Dai Haifei, un joven chino que se construyó en plena vía pública una casa con forma de huevo hecha de bambú y materiales ecológicos como alternativa a los desmanes del mercado inmobiliario.
La historia se remonta a 2009, en la localidad de Hunan, ciudad natal de Haifei. Allí, y en previsión de su inminente traslado a Pekín, el joven montó (con ayuda de su padre, constructor) con poco más de mil euros la casita de bambú, que trasladó a la capital en un camión e instaló junto a un árbol frente a su empresa.
Una casa de desarrollo sostenible
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